Con este precioso color entre púrpura y violeta es un auténtico cóctel de antioxidantes. Mantiene en forma el cerebro y su fibra combate el estreñimiento con eficacia. La clave para aprovechar todas sus propiedades está en la forma de cocinarla.
Es un tipo de col similar a la categoría del repollo. Se puede comer cruda o cocida. Para sacarle el partido en la cocina, hay que blanquearla como casi todas las coles, es decir, hervirla, 5 minutos en agua salada con un chorrito de limón (para que sea más digestiva), escurrirla y volverla a cocinar. El truco es cocerla al punto, sin pasarse, porque si no se pierden bastantes vitaminas y nutrientes. Se puede guardar el caldo de la cocción y tomarlo como consomé.
Su color morado, a veces, violáceo, se debe a un pigmento llamado antocianina, maravilloso para la vista, el corazón y el sistema inmunológico y es además anticancerigeno. Estos efectos antioxidantes de la antocianina se multiplican porque la lombarda destaca entre otras hortalizas por su aporte de selenio, un poderosísimo mineral contra el cáncer, además de proteger el corazón, bajar la tensión arterial, rejuvenecernos y prevenir la esterilidad masculina. También esta llena de vitamina C, ácido fólico, así como de B3 y Zinc. Y como aporta fibra en grandes cantidades y no tiene grasas, ayuda a adelgazar y controlar el colesterol.
Las embarazadas encontraran en la lombarda una buena aliada para hacerse con ácido fólico, tan importante para el bienestar del bebé. También es muy adecuado para las personas con problemas de tiroides, las que retienen líquidos y las que quieran revitalizar el cerebro.
Si tienes estreñimiento o padeces del estómago te vendrá muy bien tomarla. Por otra parte es estupenda para subir la libido sexual por lo tanto otra razón para comerla.
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