Tradicionalmente los licores más famosos y de mayor calidad han sido creados y producidos en los monasterios y las abadías, y los preparaban con fines terapéuticos.
La elaboración de los licores es una técnica que puede considerarse alquímica. El licorero combina el alcohol con las esencias, aromas y frutas para obtener unos líquidos mágicos que adquieren hermosos tonos a medida que maduran.
En la destilación de un licor han de tener siempre presente la necesidad de contar con productos de calidad, pues de ellos dependerán la calidad del resultado y nuestro paladar lo agradecerá.
Los principales ingredientes son los siguientes:
El agua: Debe de utilizarse agua destilada o de manantial. En el segundo caso comprobar que la dureza se la menor posible (se refiere al contenido en cal)
El alcohol: Lo más fácil es usar alcoholes casi insípidos como el aguardiente de orujo. Si se consigue alcohol tiene que ser el apto para el consumo y se debe de rebajar con agua en la siguiente proporción:
Alcohol de 90 grados: Debe de mezclarse con agua al 50%.
Alcohol de 60 grados: Debe de mezclarse en una proporción de una cuarta parte de agua.
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